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Las criptomonedas pertenecen a un mercado muy joven y a la vez tecnológicamente tan avanzado como difícil de entender para los sistemas políticos, económicos y bancarios tradicionales. De modo que lo tradicional riñe con lo nuevo por sentir su amenaza.

Cada vez que los estados intentan algo en contra de las criptomonedas, el mercado se contrae hasta que el vendaval pasa, en ese punto, se restablece la confianza en el mercado y éste vuelve alzado.

Ya pasó en diciembre 2013 con la primera gran caída del BTC, cuando en su momento de mayor apogeo se cayó de 1147 a poco más de 170 USD/BTC, eso no fue hace tanto. Sólo van 5 años y aunque estos días está en baja, hoy se fija en alrededor de 8700, fíjate como respecto a ese momento el incremento de valor supera el 5000%, y solo hablamos del valor de hoy y no de su máximo histórico de diciembre 2017 donde se cotizó sobre 20.000USD, o sea, casi 2,3 veces el valor de hoy.

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Yo diría que se trata de una inversión a largo plazo, es más una carrera de resistencia que se gana con paciencia e inteligencia. Inversionistas más expertos, aquellos que vienen de inversiones en la bolsa comprando divisas extranjeras, acciones de empresas o materias primas se dan el lujo de especular con el valor de todos estos activos y sacan mayor provecho de la fluctuación del valor de mercado en el tiempo. Tal vez para muchos que quieren iniciarse invirtiendo en criptomonedas, quizás para la mayoría que carece de este conocimiento y habilidad, lo mejor sea una de dos alternativas: la primera y tal vez la más obvia… no se meta; y la segunda, de un salto de fe, invierta algo que esté dispuesto a perder y no mire el resultado de su inversión sino hasta después de varios años.

En este caso, quienes invertimos en criptomonedas somos algo así como la gota que por su persistencia termina rompiendo el cántaro, a fin de cuentas, aun no existe lo que haya vencido al avance tecnológico. Contra la tecnología, o corres o te encaramas… o dicho de forma menos coloquial, o te adaptas o pereces.




En relación con la minería, hay quienes dicen que ésta ya no es negocio, que la hora del minado ya pasó. Sin embargo, hay otro grupo que aun apuesta por él. Aquí el tema se debate en base al tamaño de la granja de minería, seguramente, si tienes una granja de unas 1000 o más máquinas en Finlandia donde las temperaturas son extremadamente bajas y la energía se extrae geotérmicamente, puede que te resulte como el super negocio, mucho más si ya tienes tiempo en él; por otro lado, debemos recordar que hay lugares donde las criptomonedas son ilegales (Ecuador, Bolivia, Islandia, Vietnam, Kirguistán, Bangladesh, y otros pocos más) de modo que en estos lugares no podrás montar tu granja, y para buena parte de los otros países, el costo de la energía eléctrica deshace la rentabilidad de la minería de criptomonedas. Como en todo negocio, hay que medir cuidadosamente los costos y los beneficios.

Creo que vale la pena en la medida en que la inversión pueda recuperarse en un tiempo razonablemente corto, y que las amenazas gubernamentales al igual que los costos de manejo y mantenimiento puedan manejarse. La decisión sobre invertir o no, cuánto, en qué momento, etc. es de cada quién y en cualquier caso debe respetarse. Solo recuerde que estos son mercados muy volátiles, así que… “invierta solo lo que pueda permitirse perder”.