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Prosperidad, Abundancia y Riqueza, para mi son cosas diferentes. Muchas veces la forma como se interpreta una definición es muy diferente que la definición en sí, que aparece en algún diccionario o enciclopedia, gracias a este fenómeno, se gestan cambios paradigmáticos que modifican la conducta del ser humano, a veces para bien y a veces no tanto. En este ensayo, he querido exponer mi forma de entender estas palabras a efecto de estimular a quienes me leen, en dirección a algo que les procure beneficios, y tal vez, expandan esta visión.

Para mí, la PROSPERIDAD, es la capacidad que tenemos de satisfacer nuestras propias necesidades SUFICIENTEMENTE, ahora bien, cuando sobrepasamos el nivel de suficiencia al punto en el que somos capaces de derramar esa prosperidad sobre otros en nuestro círculo social inmediato se llama ABUNDANCIA, esto ocurre por ejemplo cuando somos capaces de invitar a alguien a tomar un café o un jugo, cuando ofrecemos un regalo a alguien con o sin razón, o cuando podemos obsequiar una propina en agradecimiento por un buen servicio. RIQUEZA, es el grado superlativo de la ABUNDANCIA.

Estos conceptos no deberían estar vinculados al DINERO de forma directa, sin embargo, la creencia común es que si lo están. Prefiero pensar que el DINERO es una consecuencia de éstas, que ser PROSPERO, ABUNDANTE o RICO, es más un tema de actitud, un tema de saber combinar nuestros conocimientos y habilidades, potenciándolos con la actitud correcta.

A modo de ejemplo puedo decir que he conocido personas que no tienen una sola moneda y sin embargo nunca les falta nada, cualquiera les invita de paseo y a comer, algo o alguien más paga sus bienes y servicios y sin embargo nadie los puede calificar de “inútiles mantenidos”, simplemente hay gente que sabe ganarse las cosas que necesitan y “en cierta forma” no necesitan de dinero para vivir. Estas son personas PROSPERAS.

La mayoría de nosotros somos un buen ejemplo de personas ABUNDANTES, esto no tiene que ver con cuanto dinero tienes, sino cuanto quieres compartir con quienes te rodean y sin que eso afecte negativamente tu bienestar; estoy seguro de que cuando alguien llega a tu casa, con una sonrisa espontánea y amable siempre puedes ofrecerle un café o un jugo, incluso que se quede a comer… y no es solo porque lo tengas, sino porque COMPARTIR TE HACE BIEN, además, por alguna razón, TE COMPLACE. Más allá de ser una cuestión de cortesía, se trata de saber que compartir lo que tienes de ninguna forma te quita. Esto es ser ABUNDANTE.

Parte del secreto divino para ser ABUNDANTE, es ser ABUNDANTE en sí mismo, serlo, natural pero sistemáticamente trae cada vez más ABUNDANCIA, y si nos ponemos a observar detenidamente, podemos concluir que no importa que tan jodidos estemos, siempre podemos compartir.

Ahora bien… que podemos decir de la RIQUEZA… para mi, es ser ABUNDANTE en exceso, es decir, es tener todo lo que necesitas más allá de la suficiencia, es tener lo que no necesitas, es tener lo que quieres y a veces hasta lo que no quieres, en este punto solo debemos tener cuidado con cualquier cosa que ensucie tu alma.

Saltar de la ABUNDANCIA a la RIQUEZA es un paso complicado y peligroso, muchos quieren ser ricos sin pasar por el proceso de preparación y aceptan cualquier cosa pasando por encima de sus valores, otros ya son RICOS porque nacieron así y tampoco pasaron por ese proceso y creen que su riqueza económica les permite pasar sobre los demás, que están sobre las leyes humanas o divinas y abusan de su poder, éstos tarde o tempranos sufrirán las
consecuencias.

Para ser RICO hay que trabajar duro, prepararse, estudiar, ser disciplinado… ser RICO integralmente implica también mantener siempre presente tus principios y valores, sobre todo los humanos.

Muchos piensan que ser RICO, que tener dinero en altas proporciones, es malo, nos han lavado el cerebro con esa errada afirmación, pues si me permiten discrepar, diré que lo malo no es la cosa sino lo que haces con ella o cómo la obtuviste.

Esencialmente prosperidad, abundancia y riqueza son lo mismo, más allá de lo esencial, es solo una cuestión de magnitud y solo tu podrás decidir en qué nivel quieres estar, porque, a fin de cuentas, decidir con qué te conformas o hasta dónde quieres llegar, solo nace en ti.